Entrevista: Àlex Rovira

¡¡Maravilloso!! ¡Fuá!, todavía tengo escalofríos de lo que he leído: increíble. Al acabar la entrevista he leído la información que daban de Àlex Rovira y he visto que era autor de La buena suerte. Te dejo que disfrutes con estas enseñanzas recomendando una pequña pausa entre puntos para meditarlo.

  • Victor Frankl, psicólogo que sobrevivió al campo de Auschwitz, aprendió allí que quienes daban un sentido a su vida, ¡resistían más! Y luego preguntaba a sus pacientes: "Y usted, ¿por qué no se suicida?".
  • Elisabet Kübler-Ross, que acompañó a miles de moribundos en sus últimos instantes, comprobó que lo que más personas decían al morir era: "¡Debería haberme arriesgado más!".
  • Imagínate en tu último minuto de vida y pregúntate si podrás decir "¡esto ha valido la pena, gracias!".
  • Escríbete una carta que empiece: "Querido yo: ...", y enumera "lo que no quiero", y luego "lo que quiero". Luego "lo que debo hacer" para alcanzarlo. Luego escribe: "me comprometo a...". ¡Firma la carta y cuélgatela bien a la vista!
  • Pregunta: Pero tengo que ganarme la vida.
    Respuesta: ¡Qué frase tan perversa! ¡La vida la tienes ya ganada! Ahora, dale sentido. O el último día te oirás decir: "sí, me gané la vida..., ¡pero no la viví!".
  • Tras cada miedo hay un deseo. ¡Cúmplelo!
  • P: ¿Hace usted lo que quiere?
    R: Un día lo vendí todo para empezar de cero, para empezar a construirme. La realización personal no es un regalo: es fruto de una inversión, de esfuerzo, coraje, entrega, audacia... ¡De atreverte a atreverte!
  • P: ¿Qué actitud es la suya?
    R: No es la de ver el vaso medio vacío o medio lleno: ¡es la de que el vaso estoy llenándolo yo! Busco yo el agua. ¡Llena tú el vaso, aunque tengas que ir a buscar tú mismo el agua a la fuente!
  • P: Más de uno piensa: "Bah, todo es una mierda y nada tiene arreglo".
    R: Tiene razón: para él, ¡así será! La vida es lo que tú haces de ella.
  • Tú decides si eres efecto o eres causa.
  • P: Regáleme un último consejo.
    R: Un día, cuando mi hija tenía cinco años, la vi de pie, agachada con la cabeza entre las piernas. "¡Mira, papá: es precioso!". La imité, pero no vi a qué se refería. Y me dijo: "¡Del cielo cuelgan árboles gigantes y el suelo es azul, con nubes, y puedes volar!". Entonces me sentí disolverme, sumido en una belleza ilimitada y eterna.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Me ha hecho pensar escribir la carta: querida yo...etc. Creo que me llevará tiempo pero si lo logro te la enviaré. Igone