Llevo días pensando de forma obsesiva en la entrega de las personas, de lo que se muestran, lo que se comparten. Me trae de cabeza.
Pienso en por qué vamos con tanto miedo a la hora de compartirnos. Pienso en qué es lo que nos ha llevado a desconfiar tanto de la gente. Yo veo a las personas como oportunidades de compartir momentos maravillosos (presentes y pasados), oportunidades para crecer, evolucionar, para ir modelando nuestra forma de ser y la forma de ver el mundo.
Pienso en si cuando no nos abrimos es porque hay partes de nosotros que queremos ocultar, cosas que creemos que al enterarse la otra persona perderá el interés por nosotros.
Cada vez más me gusta enfrentarme a las personas sin caretas, mostrándome tal y como soy, con mis locuras y mis rarezas: sin ocultarme. Siento que con la mayoría de las personas el tiempo que voy a compartir va a ser poco y quiero exprimirlo, quiero que puedan coger de mí todo lo que vean útil y yo lo mismo de ellos. Y aquellas personas con las que vaya a compartir más tiempo, ¿por qué pasar tanto tiempo midiendo las palabras?, ¿por qué no empezar a compartirse con más gente?
Hay tantos temas que me gustaría tratar con tanta gente, como por ejemplo qué es lo que les motiva, qué han venido a aportar al mundo, si desean tener hijos y su educación, cómo ven y viven el amor, sus sueños, si viven la vida al 100%, qué les da miedo...
¿Qué pasaría si todas las personas nos compartiéramos más?