Leo un artículo de opinión de Laura Freixas que se titula Preguntas retóricas. Merece la pena leerlo (hay que registrarse gratuitamente, si no lo estás), pero por si alguien no quiere y quiere las mejores partes:
"Intenta usted entrar en Estados Unidos con el propósito de realizar actividades subversivas o terroristas o de violar las leyes de exportación? ¿Alguna vez ha participado en un genocidio? ¿Ha distribuido o vendido ilegalmente sustancias controladas (drogas)? ¿Ha ejercido la prostitución o el proxenetismo?... Por favor, marque la casilla sí o no, escriba con claridad su nombre, número de pasaporte, fecha de nacimiento y dirección, y firme abajo. En caso de respuesta afirmativa, solicite, si es tan amable, una entrevista con la embajada de Estados Unidos, donde se le invitará a explicar en detalle su relación con el terrorismo, la droga, el proxenetismo, etcétera, y se tomará una decisión (que, le advertimos, podría ser negativa) sobre su entrada en los Estados Unidos de América."
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"Por eso no nos extraña que los exámenes de ciudadanía se estén implantando en Holanda o Alemania (según leemos en The New York Times, 28/I/2006), y no en Italia, por ejemplo. Solamente a un protestante se le ocurre formular, al que solicita la nacionalidad, preguntas como ésta: "Si su esposa quisiera vestirse como otras mujeres alemanas, ¿intentaría usted impedirlo? ¿Por qué medios?"...
Pero últimamente, tal vez por influencia norteamericana, la moda de las preguntas supuestamente cándidas ha llegado hasta nosotros. Vean la del referéndum propuesto por el Partido Popular: "¿Considera conveniente que España siga siendo una única nación en la que todos sus ciudadanos sean iguales en derechos, obligaciones, así como en el acceso a las prestaciones públicas?"... No me dirán que no les dan unas ganas irrefrenables de coger la pluma, y sacando la punta de la lengua, escribir con su mejor redondilla: "He tomado parte en todos los genocidios que se me han puesto a tiro y espero seguir haciéndolo", "Si mi mujer quisiera ponerse pantalones le daría una paliza, teniendo buen cuidado de romperle al menos tres costillas", "Considero conveniente que los catalanes seamos una nación aparte con todos los derechos, ninguna obligación y las mejores prestaciones públicas (que se fastidie Extremadura)". O de responder a tanta pregunta retórica con otra: "¿Nos toman por idiotas?"..."