Adjunto de dirección

Esta mañana he aceptado ser adjunto de dirección del Colegio Mayor Loyola. He estado pensando unos días después de recibir la oferta y he decidido modificar un poco mis planes de futuro inmediato. Mi idea ahora mismo es pasar el curso entero en Granada en un plan muy diferente al de mis tres años anteriores: dedicarme a hacer el proyecto y liquidar totalmente la carrera y estar menos en el colegio. Puede parecer un contrasentido, que acepte ser adjunto de dirección para estar menos, pero no lo es porque voy a ser más un punto de apoyo que dará seguridad y tranquilidad en varios campos del colegio como manejo de proyectores, equipos de sonido, red informática y luego ya lo normal de un adjunto: representar al colegio, una mente pensante al lado del director y tareas varias. Me gusta el nuevo estado, pues el año pasado me quedé con las ganas de estar en el consejo representando a los colegiales y aportar mi visión de forma oficial y por otro lado, obtener una recompensa económica (aunque sea simbólica) por todo el esfuerzo, dedicación e ilusión invertido en el colegio. También me gusta esa obligación de estar cerca de Ignacio Bertrán, director, y aumentar el trato y sentir, al recibir la propuesta, como si se abriese la puerta a una Amistad entre los dos. No es que antes estuviera cerrada, sino la sensación que recibí.